ya tan deshabitado maracay (venezuela), la liebre libre, 1994 isbn: |
Nun lugar coma este, tan fronteiro á nostalxia,
xa tan deshabitado
ramiro fonte
por calles oscuras extiendo
la mano abierta
y ofrezco mi alma a los paseantes
ya no sé caminar
por eso miro los barcos
con ese dolor que tienen
los pájaros cuando nieva
escribir el tiempo que falta
el mar que sobra
esa estrella detenida
detrás de las nubes y del miedo
a lorenzo marineda
un poema para tu nombre
abierto como río como seda
un poema para la ciudad
que ata mis voces de niño que no tengo
una plaza desierta el edificio
que yo vi construir
me decía
vi el tren traer las piedras hasta aquí
hace más de ochenta años
este espacio abierto
clausurado
este papel
un instante oscuro que me acuna
abriré la puerta amor
el sábado con el alba
y pájaros harapientos
inundarán la casa de miel y plumas
sentado en el sillón
sonreiré ante el revuelo
y al mediodía
cuando llegue de la cocina el olor
tibio de las cacerolas en el fuego
veré irse la bandada
atravesar el valle
hacia las torres de la catedral
prometo barrer las plumas
antes del almuerzo
cerrar otra vez la puerta
(sobre un poema de xavier rodrmguez baixeras)
sólo fragmentos
de tu cuerpo veo
bajo cientos de viejas fotos desordenadas
retrato de aquello
que fuimos hace siglos
adivinas
es cierto
el verde estiaje de los arroyos
llegas puntualmente a la cita
cada despertar
cada otoño
explicas el retrato de mis años
(sobre un poema de ramiro fonte)
recuerdo esos paisajes
tu rostro en las fotografías
aparece siempre delante
antiguas ciudades pesqueras
valles húmedos
casas donde el amanecer
es lento rescoldo de luz
memoria de largo mediodía
el viento no canta
no
en las hojas
el viento no trae noticias
ni flores de aquella tierra
(sobre un fragmento de caetano)
con tanto ruido
quieto alrededor
ahora puedo decir te quiero
y no me oyes
puedo ver cada gesto tuyo
lentamente como pasan
estos días moribundos
una nave perdida
un pájaro ciego de madrugada
un puerto abandonado y niebla
(sobre un poema de xavier seoane)
con el frío
de madrugada pienso
que no es verdad que me olvidaste
que no estoy solo y tus manos
me recibirán con el sol
abrirás la cortina y el cuarto
se llenará de vientos
que me iré y dejaré la cama
revuelta y ahogada de lluvias
regresaré al atardecer
te buscaré en el balcón
allí estarás esperándome
como se espera el verano
entonces volverían a encontrarse
sería en una tarde
con olor a hojas muertas
(leopoldo marechal)
recuerdo alguna iglesia
un baldío
un lugar donde nos sentamos a comer
almejas y beber
aquel ribeiro que será el de siempre
las paredes mohosas
los párpados con frío
el camino a tu casa
cada tarde de lluvia
es decir
cada tarde
por las rías se hunden
los brazos del tiempo
en tu país frágil
por las orillas
en los puertos
desde aquí se ve el mar
las olas sobre la playa desierta
un barco
jirones de velas al viento
desde aquí se ve tu sombra
las ondulaciones húmedas
de la tierra de mis antepasados
en la praza de la quintana
he visto la tristeza sobre los muros
la campana rota en su cárcel de silencio
las caras ocultas
en sus máscaras de orballo
el paso de las beatas con un ramo de claveles
camino del cementerio
nos dijimos
frases breves en murmullo
y cantaste como cantan
las mujeres solitarias
en los bares de madrid
o de vigo
da igual
en el café de oriente
junto al frío
lloro tu nombre en los espejos
busco tu cara muchas veces
en las mesas vecinas
pero no has venido
en el café de oriente
tomo unas cervezas creo
y te dibujo
en los vidrios empañados
tu gesto es familiar aquí
aquí cada cosa
se parece a mis recuerdos