El fin de semana pasado estuvimos en León y nos gustó mucho. Fuimos a hacer turismo urbano lo que, traducido a León, quiere decir: visitas culturales y tapeo.
La ciudad de León fue, en sus inicios, un campamento romano y, posteriormente, sufrió un despoblamiento que, aparentemente, no fue completo y hubo diversas tentativas de repoblarla y reconstruirla. En todo caso, no fue hasta el siglo IX que esta empresa se realizó con éxito, durante el reinado de Ordoño I, que la incorpora al reino de Asturias.
Para inaugurar el capítulo gastronómico debe decirse que en el casco histórico de León hay dos zonas o barrios dedicados al tapeo: el más famoso, el Barrio Húmedo (el nombre parece que proviene de las bebidas que por él corren) y el Romántico. Ambos están separados sólo por una calle, la Calle Ancha, que es el eje de esta zona de la ciudad.
A trazos gruesos diría que el Húmedo es un barrio más de tabernas y el Romántico un poquito más fino. Pero seguro que cualquiera que conozca la ciudad mejor que yo puede desmentirlo.
El sistema en León, como ya habíamos visto en otras ciudades, es que tú pides una bebida y te dan a elegir entre un grupo mayor o menor de tapas gratis (entre una y cinco o seis). Las tapas, más o menos elaboradas, inclúen sopas de ajo, embutidos, morcilla y patatas fritas que en león se hacen en láminas como para tortilla. Pero también hay cosas más curiosas.
La primera noche estuvimos en el húmedo, alredor de la plaza de San Martín. Primero entramos en La Fábula: había poca gente y podías tomar la tapa sentado, todo un lujo, y los camareros estaban de cháchara con unos colegas que estaban en la barra y que, en conjunto, daban la sensación de frikis de los videojuegos o de los cómics. Después fuimos a un clásico, La Bicha: un local muy pequeñito cuyo dueño tiene fama de perro mordedor; pedí un Rioja pero allí sólo tienen vinos castellanos así que me decanté por un mencía del Bierzo que resultó imbebible; el local es célebre -además de por su dueño- por su morcilla pero puso de tapa una rebanada de pan con un trocito de chorizo a la sidra y no era cuestión de discutir. Cerramos esa noche en local que no merece figurar en ninguna reseña.
El segundo día, al mediodía, paramos en un local del Romántico que elegimos sólo porque, después de recorrer un montón de sitios, fue el único en el que nos dejaron entrar. Moraleja para quien visite León si quieres escoger el sitio donde comer, planifica y reserva. El local se llama El Patio y nos sentamos en la parte de delante (en el restaurante no había mesa) y comimos de ración. Íbamos a pedir una cazuela de chorizo y una ración de morcilla pero la camarera (atentísima) nos aconsejó pedir media y media. Y sobró. Un despropósito de colesterol riquísimo.
Esa noche (todavía digiriendo lo del mediodía) estuvimos en el Zuloaga, también en el Romántico, a 20 metros de la Catedral. Entramos porque en la puerta anunciaban una tapa con pinta más elaborada que había obtenido un premio en el último concurso local de tapas. Y realmente estuvo a la altura: zamburiña a la plancha en crema de puerro con crujiente de cecina. Muy bien. A continuación, cambiamos al Húmedo y quisimos intentar las famosas patatas fritas de El Flechazo pero estaba repleto. Ese y los demás. Así que entramos en un local de la Plaza de San Martín, el mesón Jabugo con intención de buscar una mesa y cenar una ración de embutido. Así lo hicimos. Con la bebida nos trajeron la tapa correspondiente (detalle que no siempre ocurre) que fue una sopa de ajos potente y picante y los embutidos estaban razonables.
El último día nos levantamos ya tan hartos de grasas y colesteroles que cogimos camino de regreso sin comer. Pero, fieles a nuestras tradiciones familiares, no podíamos marchar sin hacer acopio de provisiones: en un pequeño local de la Calle Ancha compramos unas bandejas de cecinas diversas (de toro, de cabra, de caballo, de burro, de ciervo, …) y chorizos (uno de cerdo picantísimo e uno de ciervo).
En las entradas siguientes me ocuparé de la Catedral, del monasterio de San Isidoro y de algunas otras cositas que vimos en este viaje.